Cuado vayas a los toros no te pongas la minifalda.


No me gustan los toros. Nunca he ido a una corrida y nunca iré a verla. No habrá una foto mía como la que precede a estas líneas en la que mi cabeza sustituya a la del Sr. Montilla dentro de un círculo rojo. Ni siquiera he visto eso que llaman La fiesta nacional por la televisión.

Y ahora, una vez manifestada mi inexistente afinidad por las corridas de toros y el podrido mundo que las rodea, me posiciono enérgicamente contra todos aquellos que en el día de hoy se felicitan por su abolición en Cataluña. Me posiciono contra la absoluta necedad de entender una prohibición como una victoria, me postulo contra aquellos que desde su ignorancia no alcanzan a comprender que, más allá de una forma de arte, trascendiendo una fiesta que pintaron Goya o Picasso, que cantaron poetas e inmortalizaron los mejores escritores de este país, hoy somos un poco menos libres y un mucho más demagogos.

Las corridas de toros están destinadas a morir por inanición más pronto que tarde, incluso es probable que hoy sólo fueran parte de nuestra memoria nacional si los toreros hubieran mantenido sus estoques lejos de duquesitas, modelos y habitantas del papel couché. Pero no, había que prohibirlas, como se hizo con la literatura o el teatro durante años, con el carnaval durante el franquismo, y como se hará con otras cosas mañana en aras de una perfecta y civilizada sociedad moderna. Civilizada y perfecta. Asépticamente perfecta.

Yo no entiendo los toros, no veo el arte que encierran, como tampoco el genio en el Cubismo, la belleza de las Matemáticas o la tercera Luna de Júpiter. Y tú, que tampoco los entiendes, que te parapetas en el sufrimiento animal para justificar las cadenas con las que hoy me sometes, deberías visitar las granjas avícolas donde miles de gallinas, cuyos huevos te alimentan, se amontonan y mueren de calor o simplemente de locura tras una vida de mierda. O los millones de peces que perecen asfixiados o despedazados, arrastrados por redes que sirven a técnicas de pesca absolutamente depredadoras para que te comas tus sardinitas en espeto en cualquier playa del sur. O quizá deberías consultar a tu perro o a tu gato, tú que te defines como amante de los animales, si merecían verse castrados, mutilados, mientras te excusas en que "es por su bien" cuando lo único que de verdad quieres es que no se te meen en la alfombra. Deberías preguntarte de dónde viene tu ropa, tu amado Iphone, y todo aquello que consumes de manera desmedida manchando tus manos de una sangre que por invisible no duele.

Sí, es cierto, estoy siendo demagogo.

Aunque un poquito menos que tú.

11 comentarios:

J.Lorente dijo...
28 de julio de 2010, 20:21

No dejo de estar de acuerdo contigo, pero no puedo verlo exactamente como tú... Si me has visitado últimamente sabrás que soy Antitaurino. Pero eso no quita que no me preocupe por lo de los pollos, etc... Lo que ocurre es que lo de los Toros está más a la vista. Quizá por culpa las Couchewomans de las que hablas.

Repito que no dejas de tener razón, pero hay muchas cosas que, por muy tradicionales que sean, no significa que sean correctas.

Un Abrazo con Cuernos, J.

J. dijo...
28 de julio de 2010, 20:27

J. Lorente: De eso se trata, José. No es una entrada sobre taurinos o antitaurinos, sino de tener la posibilidad de estar en desacuerdo (hasta que nos prohíban pensar). Un abrazo.

Pd: Yo tampoco lo veo exactamente como yo.

Anónimo dijo...
29 de julio de 2010, 8:31

Señor J:

No se como decir que estoy completamente de acuerdo contigo sin caer en el halago facilón.

Esto de los toros encierra en si muchas cosas y mucho me temo que lo de menos es el animal y lo de más una posición desde la cual justificarse.

Prohibido prohibir decían los mismos que no paran de negarse a sí mismos.

Un abrazo.

J. dijo...
29 de julio de 2010, 15:37

Bogart: Las prohibiciones son la consecuencia del miedo, de la falta de confianza en la naturaleza humana, o de su misma negación. Cuando esas prohibiciones se adentran en la moral o la cultura, mal vamos. Un saludo.

Desclasado dijo...
29 de julio de 2010, 21:40

Se la ha cargado el toro. Es una postura política, no una postura naturalista. Negando al toro creen haberse negado a España, no olvidemos que se ha hecho en Cataluña... Cosas así, y se la ha cargado el toro.
Yo tampoco he ido nunca a los toros de plaza, pero si me gustan mucho los de calle de correr.

J. dijo...
2 de agosto de 2010, 5:31

Desclasado: Tú siempre has sido muy torero, pero de los que se arriman. Desde mañana (o desde hoy, no lo sé) espero volver a corretear por tu blog, que ya os echo en falta. Un saludo.

Blue dijo...
13 de agosto de 2010, 17:50

Pues a mí me gustan los toros desde pequeña, no lo puedo evitar.
En este caso de Cataluña está claro que se prohíben por razones políticas. Lo de menos es el toro. A ver quién se atreve a decir que se prohíban los sanfermines, o esas espantosas carreras de bueyes que hacen en el País Vasco, donde arrastran un bloque de hormigón hasta quedar extenuados.
Solo entiendo esta postura para quienes se declaren vegetarianos (y lo sean, claro). Como bien dices, cualquiera de esos animales que se sirven en el plato pasan por una serie de torturas sobre las que nadie dice nada.

Saludos.

J. dijo...
13 de agosto de 2010, 20:00

Blue: Siempre me alegra que alguien comente una entrada antigua, y si es de alguien "prohibido" como tú, más. Un saludo.

Blue dijo...
13 de agosto de 2010, 21:23

¿Prohibido?

Me asustas...

:)

J. dijo...
13 de agosto de 2010, 22:58

Blue: Lo de prohibido es porque, al paso que vamos, se ilegalizará todo lo que se aparte del pensamiento único con el que intentan lobotomizarnos. Y no te asustes, que no soy peligroso si no se me da de comer después de medianoche ;)

Blue dijo...
14 de agosto de 2010, 0:34

Quedo tranquila.

;)